EL ROSTRO

El rostro coge unas formas al cobo de los años, se va haciendo al mismo tiempo que nosotros. A veces expresa más con sus movimientos que nosotros con nuestras palabras, el surco de los labios nos da mucha información, el levantamiento o no de sus cejas, los pómulos serán o no impulsados hacia arriba si algo es de nuestro agrado. Me podría pasar horas y horas observando los movimientos de las personas y sus formas, dicen tanto, que ha veces les traiciona. Es una parte del cuerpo excitante, es sumamente expresiva, rapaz, inteligente, soberana, insultante y tan arrebatadoramente sincera. Hay tantos rostros distintos a mi ver, independientemente de su tono de piel, de su raza, o si tienen pecas o no, o llevan bigote o gafas, voy más alla, de lo meramente superficial. Hay rostro que no sabes muy bien porque pero son armoniosos, te transmiten paz, al estar junto a ellos te sientes bien, relajada, como si el mundo estuviera parado en esos momentos y el tiempo no corriera. En cambio hay otros que sin ser conscientes te transmiten ansiedad, el tiempo se hace pesado y no corre y estas deseando que termine lo que estás haciendo. Como vereís hay muchos estilos de rostros y muchos de ellos están en nuestras vidas, alrededor nuestro. Hay muchas teorías sobre esto, unos dicen que venimos todo iguales al mundo, otros que venimos de origen, otros que la vida nos forma el rostro. Yo creo que lo que es el chasis viene de origen pero que lo acabamos de formar con nuestra vida, con nuestras experiencias, y así se convierte ya en nuestro rostro. Lo que si sé que suerte que nuestro rostro es de arcilla, porque cuando la vida nos dá un golpe podemos poner la otra mejilla, o tenemos la otra para plantarle cara.